San Valentín todos los días

Hoy hace 17 años que Papá Comprometido y yo comenzamos nuestra relación. Eramos solo unos adolescentes, unos amigos que un día se dieron cuenta que querían ser algo más.

Viniste a buscarme a clase, «obligándome» a hacer peyas para que me fuera contigo. Aún me duele el coscorrón que nos dió Patricia al tratar de juntar nuestras caras. Y me sigo poniendo tierna cuando recuerdo lo colorado que estabas al darme la rosa. Y a mi hermana haciendo preguntas absurdas.

Recuerdo las tardes en el Zona Límite jugando online, el ponernos ciegos a chuches y chocolate, nuestra primera cena en la salseria, nuestra primera película en el cine (con lo poco que te gusta el cine español), nuestros primeros regalos de «cumplemes» que aún conservo.

También recuerdo que no todo ha sido fácil, los miedos, las dudas, los obstáculos que hemos superado. Las discusiones por cabezonería, las idas de olla, las malas contestaciones. Y las disculpas, el saber rectificar, el aprendizaje.

Y los detalles. Esos que nos hacemos a diario, sin ningún objeto más que el ver sonreír al otro, ya sea un «te quiero» nocturno o una bolsa de pipas para pasar la tarde.

Y me quedo con todo eso, con lo bueno y lo malo, con todo el camino recorrido y el que nos queda por recorrer, en hacer cada día un San Valentín, seguir adelante, seguir construyendo, seguir adelante.

Son 17 años y aún no entiendo cómo pasaron tan rápido. Pero firmo ya por pasar los siguientes a tu lado.

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